Macandri.

La espesa noche cobija la ciudad,
Arropa un manto blanco las calles,
Sus alaridos de entre los arbustos se escuchaban,
Normal era ya el devenir de sus pesares.

Exclama un grito despavorido,
Una incesante voz pidiendo rescate,
Clama la inalcanzable libertad de sus penas,
Desea, nada más, que alguien la adore.

Paso a paso avanza la herida de dolores,
Encontrando siempre un fallido intento,
Al buscar alguien que escuche su lamento,
La duda abruma, el futuro es incierto.

El penetrante silencio irrumpe sus oídos,
Trae consigo el eterno sufrimiento,
Corroe su espíritu mientras se abre camino en ella,
Su corazón ya sueña con terminar esa triste escena.

La desesperanza envuelve su mente,
Ya nadie atenderá a su pedido,
Ahora que ya todo parece perdido,
Sólo le queda retornar por la última senda.

Viste ahora la oscuridad su cuerpo,
Apresada yace en su nuevo hogar,
Las fuerzas agotadas están,
A ese lugar no quiere regresar.
Macandri, en el mundo de los penitentes recordada serás…