Producto del desamor, grande y sufrido.
El chillar de los flagelantes no ha de compararse al dolor de las llagas sangrantes de mi ser.
Las lágrimas no dejarán entrever la agonía de mi corazón
Y las bellas palabras no saciarán el hambre de el palpitante.
Existen muchos deseos: fantasías de los querellantes desalmados que buscan darle fin a su queja.
El profeta del no amor lanzó su última predicción: esto se acerca a su fin.
Solo deseo que al final podamos darle muerte al sollozo.
Y de todas las pesadumbres, aún queda mi último aliento, por lo menos dejará decir mis palabras finales.
Te lo digo con fuertes alaridos, que esto resuene por siempre: QUE TE AMO
2 comentarios:
Este escrito me da miedo. Saludes.
No quisiera desear esto, pero hubiese querido escribir algo asi, pero a veces el dolor no te deja pensar. Saludos
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Aquel cuyas palabras calla, no es nadie. Di tu Güevonada: